HAY LUGARES DONDE NO CONVIENE ENTRAR. Creo que eso es parte de la historia de Hansel y Gretel, más allá de la alegoría alrededor de la lucha por la supervivencia a través de una serie de trabajos, complicidad e ingenio que termina con un asesinato colectivo en defensa propia. Bello relato para niños.
Esta frase resume mi impresión alrededor del reciente libro de Federico Vite, Fisuras en el continente literario, publicado por el Fondo tierra adentro de Conaculta, colección de autores jóvenes que tiene un alcance nacional.
Fisuras en el continente literario es una novela contrastante de Vite: un guiño cómplice a libros iconoclastas de nuestra literatura, en el tono de Los juegos de René Avilés Fabila o Miedo a los animales de Enrique Serna. Contrastante en el sentido de que dos novelas inéditas de FV son por completo una recuperación de los tonos profundos del Faulkner de Mientras agonizo o Los muros de agua de José Revueltas. Iconoclastas en la medida que caricaturizan personajes de la vida artística o cultural de un medio o una época determinada.
La tradición a este respecto es frecuente: la han cumplido Sábato con Borges o Piazza con los enemigos de “la Mafia” de los sesenta, Reyes versus Abreu, o Alatriste con Novo y Reyes. O los poetas latinos entre sí, como en su momento Aristófanes con Sócrates; o las invectivas que se dieron entre creadores del Siglo de Oro en un discreto o escandaloso todos contra todos. Etcétera.
Vite centra su crítica en Octavio Paz, quien jamás publicó una novela. Fisuras en el continente literario es el relato de cómo “el primer Nobel mexicano de literatura”, se hace de una novela. La obra contrasta las vidas e idiosincrasias de un poeta transformado en comandante judicial, una inmigrante de Europa oriental, un forense provinciano, un Paz con una secretaria ingeniosa, y otra serie de personajes de diverso orden cuyas existencias son vistas más como peripecia que como experiencia.
Al fondo de la escena priva una sentencia, su código rojo: se sabe de sobra que no hay nada nuevo en la literatura. Hay quien atraviesa con facilidad la línea de la influencia por el plagio; hay quien no puede siquiera plagiar y roba. Y hay correctores de estilo.
Vite en esta ocasión no se preocupa mucho por la verosimilitud. Gusta, se divierte con su trama y quien acepte el juego pasará un buen rato con el libro. Para otros, podrá ser un libro insultante o excesivo. Entonces las bestias, relatos, Premio Salvador Gallardo 2005, mostraba un autor pulcro y minucioso: un estilista natural. Fisuras en el continente literario no es afín, sino en breves momentos, a la pulcritud de aquellos textos, mas se resuelve con habilidad.
¿Por qué el interés de sucitar polémica de esta manera? Lo ignoro. Vite debió darse tiempo para publicar primero sus dos buenas novelas y jugar después al enfant terrible. Si llegara a leer estas líneas le recomiendo releer a Hansel y Gretel.
Esta frase resume mi impresión alrededor del reciente libro de Federico Vite, Fisuras en el continente literario, publicado por el Fondo tierra adentro de Conaculta, colección de autores jóvenes que tiene un alcance nacional.
Fisuras en el continente literario es una novela contrastante de Vite: un guiño cómplice a libros iconoclastas de nuestra literatura, en el tono de Los juegos de René Avilés Fabila o Miedo a los animales de Enrique Serna. Contrastante en el sentido de que dos novelas inéditas de FV son por completo una recuperación de los tonos profundos del Faulkner de Mientras agonizo o Los muros de agua de José Revueltas. Iconoclastas en la medida que caricaturizan personajes de la vida artística o cultural de un medio o una época determinada.
La tradición a este respecto es frecuente: la han cumplido Sábato con Borges o Piazza con los enemigos de “la Mafia” de los sesenta, Reyes versus Abreu, o Alatriste con Novo y Reyes. O los poetas latinos entre sí, como en su momento Aristófanes con Sócrates; o las invectivas que se dieron entre creadores del Siglo de Oro en un discreto o escandaloso todos contra todos. Etcétera.
Vite centra su crítica en Octavio Paz, quien jamás publicó una novela. Fisuras en el continente literario es el relato de cómo “el primer Nobel mexicano de literatura”, se hace de una novela. La obra contrasta las vidas e idiosincrasias de un poeta transformado en comandante judicial, una inmigrante de Europa oriental, un forense provinciano, un Paz con una secretaria ingeniosa, y otra serie de personajes de diverso orden cuyas existencias son vistas más como peripecia que como experiencia.
Al fondo de la escena priva una sentencia, su código rojo: se sabe de sobra que no hay nada nuevo en la literatura. Hay quien atraviesa con facilidad la línea de la influencia por el plagio; hay quien no puede siquiera plagiar y roba. Y hay correctores de estilo.
Vite en esta ocasión no se preocupa mucho por la verosimilitud. Gusta, se divierte con su trama y quien acepte el juego pasará un buen rato con el libro. Para otros, podrá ser un libro insultante o excesivo. Entonces las bestias, relatos, Premio Salvador Gallardo 2005, mostraba un autor pulcro y minucioso: un estilista natural. Fisuras en el continente literario no es afín, sino en breves momentos, a la pulcritud de aquellos textos, mas se resuelve con habilidad.
¿Por qué el interés de sucitar polémica de esta manera? Lo ignoro. Vite debió darse tiempo para publicar primero sus dos buenas novelas y jugar después al enfant terrible. Si llegara a leer estas líneas le recomiendo releer a Hansel y Gretel.
2 comentarios:
saludos desde colima.
Entonces, si mi primera novela (vaga) pertenece a un estilo literario satírico, donde no tengo piedad de ninguna gran vaca, como el mismo Paz, o la virgen de Guadalupe, ¿debería antes de ella publicar otras cosas?
Pero es que es lo mejor que he escrito en toda mi vida.
Un saludo.
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