miércoles, marzo 08, 2006

Time present and time past...




...una madrugada, nuevamente era febrero, después de horas y horas de explicaciones y recuerdos con Marcela, tras beber Sichel y Castillo de Tiebas y dejarnos ir con el calor del vino y los argumentos hasta el deseo, y del deseo hasta la mutua posesión (o entrega) y el placer; después del adiós cariñoso, de buenos amigos que se extrañan y recuerdan; hundido en el cansancio, a través del esmog y la neblina; reconfortado por el recuerdo del goce y las palabras, en la memoria la persistencia de los ojos relucientes de Marcela --en la penumbra-- alrededor del par de velas, la añorada piel que florece entre las manos, los agitados senderos de la respiración confundida, la marea de los cuerpos, los otros límites, tranquilos, sin tiempo, como la intuición de la eternidad, y el amanecer, me permitieron la visión triunfal, única, del portaaviones majestuoso e implacable, con su casco dorado por el sol, con su figura orgullosa, solitaria, vigilando la ciudad: El Hotel de México, vacío.

Detuve el auto y me senté en una banca del parque de Nueva York y Alabama para contemplar la revelación de aquella estructura fantasmal, abandonada y perfecta, que rebasaba los sueños de su creador con una belleza ajena a la de millones de testigos de esa humana fábrica. Imaginé un hombre durmiendo cada noche en una habitación distinta, sin agotarlas en el plazo de dos años; imaginé los horrores nocturnos de sus vigilantes y el silencio de sus pasillos y los ecos en el cubo de los elevadores a las tres de la mañana, cuando las ratas y las alimañas más ocultas juegan en sus más secretos ductos. No pude agotar las combinaciones de las cerraduras de las puertas ni vislumbrar la historia que detallará los acontecimientos sórdidos y luminosos que habrán de cumplirse en esa caja de sorpresas. ¿Cuál y cuál virtud y vicio ocurrirán a un tiempo, en cuartos contiguos, entre el piso de un nivel y otro?

Fragmento de Los caminos del Hotel. B. Ruiz, circa 1985.

Ah, imprevisibles las vueltas de la rueda del tiempo.

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